DE LOS ITALIANOS EN SAN ISIDRO
SOCIEDAD ITALIANA DE SOCORROS MUTUOS Y CULTURAL DANTE ALIGHIERI DE SAN ISIDRO
La presencia de la colectividad italiana quedó manifestada cuando, el 27 de enro de 1878, se fundó la
Societá Italiana di Mutuo Socorso. Su objetivo principal era el mutualismo y la difusión de la lengua italiana.
Es la Mutual de extranjeros más antigua dentro del partido de San Isidro.
Esta Sociedad continúa vigente y tiene su Sede administrativa en pleno centro sanisidrense, Martín y Omar 403 -junto al tradicional Teatro Stella Maris también perteneciente a la sociedad.
El 24 de noviembre de 1972, con la fundación del Comitato Dante Alighieri di San Isidro se comienzan a dictar los cursos del idioma italiano.
En 1980 se fusionan ambas instituciones con el actual nombre de "SOCIEDAD ITALIANA DE SOCORROS MUTUOS Y CULTURAL DANTE ALIGHIERI DE SAN ISIDRO".
El 4 de diciembre de 2004 se inauguró la Sub Sede Don Bosco y el salón de usos múltiples Dante Alighieri, el mismo está ubicado dentro del Barrio La Calabria, Don Bosco 57.
EL BARRIO "LA CALABRIA" ESTÁ UBICADO EN EL LADO OESTE, FUERA DEL CENTRO SANISIDRENSE, DEL QUE LO SEPARAN: LAS VÍAS DEL FERROCARRIL GENERAL BARTOLOMÉ MITRE Y LA AVENIDA CENTENARIO
La intención de preparar este trabajo tiene por motivo recopilar datos que hagan a la historia de este lugar de San Isidro donde nací y al que el progreso le va arrancado lentamente los rasgos del viejo barrio de casas baja y de vecinos conocidos de toda la vida..
24.2.10
Declaración Municipal de “La Calabria”
Ref.: Expte. Nº 11644-G1972
SAN ISIDRO – JULIO 31 DE 1972
DECRETO NUMERO OCHOCIENTOS DIECISEIS
VISTO Y CONSIDERANDO.
QUE en San Isidro uno de los cofres donde la historia argentina guarda los más ingentes tesoros de su tradición;
QUE como tal, es muestra clara de los distintos factores que configuran ese quehacer tan caro a los acendrados sentimientos localistas;
QUE dentro de la heterogeneidad de razas que es signo descollante de la formación de su idiosincrasia, la comunidad argentina en general y la sanisidrense en particular, guarda significativo respeto por aquellas que se integraron a la autóctona de tal manera que fueron virtualmente factores formativos de insoslayable importancia;
QUE en este orden de ideas el pueblo italiano contribuyó con evidente fuerza a esa formación y es así que San Isidro contempló el ingreso a su comunidad de un núcleo calabrés que actuó en beneficio de la prosperidad de una zona que, hasta el momento, no había recibido aportes humanos de importancia;
QUE fue, además, el primer núcleo poblacional que decidió su instalación al otro lado del Camino de Santa Fe” (hoy Avenida Centenario), hacia el Oeste; tierra entonces exclusiva de chacras y quintas hasta los límites del Partido (calle Sarratea), puesto que la explosión demográfica y edilicia de Boulogne y Villa Adelina en di5rección inversa, estaba lejos de producirse;
QUE la designación popular de “Calabria” al barrio en crecimiento era grata y proclamada orgullosamente por sus juveniles habitantes, contra la opción de “Villa Acassuso” que respondía a una coquetería sofisticada de lógico origen femenino;
QUE es de recordar el rechazo o aversión de las jóvenes de esa época a la designación costumbrista propiciada por el presente, mientras que, por el contrario, los jóvenes la defendían con ahínco y arrogancia varonil, originando tal contraposición situaciones no exentas de matices risueños campo sin duda propicio para la anécdota pueblerina;
QUE tanto es así que cuando ese Padre Castiglia solicitó permiso en el año 1903 para la instalación de aquel oratorio ya la zona contaba con un conjunto de vecinos oriundos de aquella localidad italiana, a los que en realidad dedica ese lugar de recogimiento tan grato a su modalidad;
QUE San Isidro recibió un aporte espiritual de aquella zona, en tanto sus vecinos no solo se dedicaban a las tareas de quinteros, artesanos u obreros según la vida les iba señalando ..... que a la par criaba a sus familias muchas veces merced a la ayuda del Colegio Santa Isabel y prueba evidente es el hecho de que ese grupo brinda a San Isidro la figura de un hombre que llega a regir sus destinos locales como el Intendente Pedro Becco;
QUE fueron también atraídos por la mano de obra especializada exigida por la monumental construcción de nuestra actual Catedral, comenzada a ser construida a fines de 1895; y por otras residencias veraniegas de ambiciosa arquitectura;
QUE esos primeros pobladores, desarraigados de su lugar natal por las lógicas circunstancias sociales de un país en permanente avance demográfico que siempre como es sabido, ha excedido las posibilidades geográficas de su territorio;
QUE el entonces Cuartel 2do. Que abarcaba desde la Avenida Centenario hasta la antigua Avenida la Tahona –hoy Andrés Rolón- y desde la calle Intendente Tomkinson hasta la Avenida Bernabé Márquez, fue sede parcial de aquellos inmigrantes que dividieron una parte de esa vieja “Villa Acassuso” para llevarlo a la antonomasia de su denominación como “Calabria”;
QUE aquellos pobladores calabreses llegan a San Isidro en el último cuarto de siglo pasado, trayendo su humilde entusiasmo. Hoy acostumbrados al trabajo y al esfuerzo puestos en beneficio de la tierra generosa que recibe un afincamiento y les ofrece en libertad la posibilidad de ejercer sus ansias de superación y progreso;
QUE todo ello se traduce en pinceladas de matices tan profundos como brillantes, emergentes de sus esperanzas y de su humildad y que imprimen la imagen pictórica del viejo y del actual San Isidro, un particular color de vidas sacrificadas por el diario trajinar en aras de una labor mancomunada por y para la sociedad que los alberga;
QUE allí fue creciendo un pedazo de San Isidro que fue recibiendo los adelantos urbanísticos en la medida de la relatividad que condice con sus carencias económicas pero que, justo es destacarlo, incidió en la configuración particular de una zona de calles de piedra y árboles ya añosos en sus anchas veredas;
QUE amén de todo ello fueron tan singulares en sus características edilicias y urbanísticas que incluso la deficiencia de sus desagües originó otra denominación “vulgo-sensus” motivada por la permanencia en sus calles de aguas pluviales que según recuerdo de sus más antiguos pobladores, determinó el acrecentamiento de batracios, risueña rememoración de hechos que dan vida y color a un lugar y afianzan la emisión del recuerdo de una época pasada pero no olvidada;
QUE, válida es la remembranza para sentar el principio de reconocimiento a la importancia del lugar y el obligado homenaje que se desea rendir a sus primitivos pobladores, denominándose “Calabria”;
QUE esta nominación enraizada en el consenso popular, afianzada por el acaecer de aquella inmigración, ratificada en el lenguaje corriente de todo sanisidrense, no es como se dice, más que la convalidación de un nombre que ya está inmerso en su habla y concatenado a la esencia misma de su sentir y la oficialización de esa nominación no es más que darle vigencia real a un hecho palpable;
QUE la medida administrativa del Municipio reconoce como espíritu dominante y prevalece brindar justo y sencillo homenaje a una muestra de trabajo fecundo personificándose en el nombre aludido a esa laboriosa colectividad calabresa;
Por ello, en ejercicio de las atribuciones conferidas por Ley 7443 del Superior Gobierno Provincial;
EL INTENDENTE MUNICIPAL DE SAN ISIDRO
Decreta:
Artículo 1 .- Denominase “Calabria” a la zona delimitada por las calles: Avenida Centenario, Alsina, Avenida Andrés Rolón e Intendente Tomkinson, San Isidro.
Artículo 2 .- Cursase nota a las Sociedades de Fomento “Unión Vecinal Andrés Rolón” y “Unión Vecinal General Pueyrredón” y demás Entidades representativas que actúan dentro de los límites del artículo 1.
Artículo 3 .- Dése al Libro de Decretos y al Boletín Municipal. Comuníquese. Publíquese. Tomen conocimiento todas las Secretarías y Representaciones Municipal.
Federico Alberto Cruz, Secretario de Gobierno
Cont. Pedro Llorens, Intendente Municipal
21.2.10
En mi querido barrio no hay viejas casonas y en su pasado no existieron esclavas negras encargadas de servir el té a damas de enaguas almidonadas, tampoco hubieron apellidos ilustres. Nunca se bailó un Minué ni una Mazurca.
Su moneda corriente fué, el mate, los valsesitos criollos, los tangos y milongas y alguna melodía de la Italia lejana, arrullando los sueños y añoranzas de aquellos primeros habitantes llegados para reiniciar sus vidas.
Así se comenzó poblar esta parte del pueblo, con predominio de los apellidos italianos, lo que dió motivo a que popularmente se lo comenzara a llamar, tal vez despectivamente, "La Calabria".
La historia de mi barrio no figura en los libros de texto, pero está en los adoquines de sus calles, en las paredes de la Catedral o de la Iglesia San José (la Capilla). La mano de obra para realizar estos trabajos se nutrió con los obreros de "La Calabria".
LAS CASAS DE MI BARRIO
Se las conoció como del tipo "chorizo", por la distribución de los ambientes interiores.
Todas las habitaciones estaban ubicadas del mismo lado, conectadas entre sí y con salidas individuales a una galería general. A esta galería se accedía desde la calle por una puerta de entrada casi siempre de hierro hasta la mitad y luego, hacia arriba solía tener vidrios esmerilados blancos y de colores.
Del lado opuesto a las habitaciones, la galería podía tener un panel construído con listones de madera cruzadas que formaban rombos.
A partir de ese enrejado y hasta la medianera vecina, se dejaba un pasillo que comunicaba el jardín directamente con la parte trasera del terreno.
Al final de esa galería se encontraba la cocina con fogones de material o con la clásica cocina económoca de hierro fundido .
Detrás de la casa estaba el baño (letrina o escusado).
A continuación se ubicaba la infaltable "quintita", con una variada producción hortícola y frutal. Por último el infaltable gallinero, que por lo general lindaba con los gallineros de las casas vecinas (*)
(*) En 1942 se reglamentó la construcción de gallineros, cosa que en la práctica nunca fue tenida en cuenta. Con el tiempo, el gallinero fue desapareciendo, un poco por el aprovechamiento integral de los lotes y otro poco porque no cualquiera se atreve a matar una gallina.
Su moneda corriente fué, el mate, los valsesitos criollos, los tangos y milongas y alguna melodía de la Italia lejana, arrullando los sueños y añoranzas de aquellos primeros habitantes llegados para reiniciar sus vidas.
Así se comenzó poblar esta parte del pueblo, con predominio de los apellidos italianos, lo que dió motivo a que popularmente se lo comenzara a llamar, tal vez despectivamente, "La Calabria".
La historia de mi barrio no figura en los libros de texto, pero está en los adoquines de sus calles, en las paredes de la Catedral o de la Iglesia San José (la Capilla). La mano de obra para realizar estos trabajos se nutrió con los obreros de "La Calabria".
LAS CASAS DE MI BARRIO
Se las conoció como del tipo "chorizo", por la distribución de los ambientes interiores.
Todas las habitaciones estaban ubicadas del mismo lado, conectadas entre sí y con salidas individuales a una galería general. A esta galería se accedía desde la calle por una puerta de entrada casi siempre de hierro hasta la mitad y luego, hacia arriba solía tener vidrios esmerilados blancos y de colores.
Del lado opuesto a las habitaciones, la galería podía tener un panel construído con listones de madera cruzadas que formaban rombos.
A partir de ese enrejado y hasta la medianera vecina, se dejaba un pasillo que comunicaba el jardín directamente con la parte trasera del terreno.
Al final de esa galería se encontraba la cocina con fogones de material o con la clásica cocina económoca de hierro fundido .
Detrás de la casa estaba el baño (letrina o escusado).
A continuación se ubicaba la infaltable "quintita", con una variada producción hortícola y frutal. Por último el infaltable gallinero, que por lo general lindaba con los gallineros de las casas vecinas (*)
(*) En 1942 se reglamentó la construcción de gallineros, cosa que en la práctica nunca fue tenida en cuenta. Con el tiempo, el gallinero fue desapareciendo, un poco por el aprovechamiento integral de los lotes y otro poco porque no cualquiera se atreve a matar una gallina.
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